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Del libro Donde viven los monstruos de Maurice Sendak |
Llevo semanas dándole vueltas a la idea de la madre monstruo. He leído, he pensado, he dejado descansar la idea.
La madre que engulle a su cría.
La madre asesina.
La madre que abandona.
La asesina de almas.
Para empezar, tuve muy presente dos textos que leí este semestre. Por un lado, de Carne viva de Vera Giaconni, "Tiburón". Por el otro, el múltiplemente mencionado (acá) La azotea, de Fernanda Trías. En el primero, no es precisamente el instinto maternal el que salva sino el que enloquece a la tía que, cuando se encierra con la bebé, no se sabe qué puede resultar de eso (estoy tratando de evadir los spoilers). En el segundo, es el amor maternal el que asfixia y la necesidad de la protagonista de meter a su bebé dentro de sí, en su útero protector una vez más.
También pasé por Amoroso planeta de Daína Chaviano. Allí la idea de engullir es evidente, obvia, en el primero de los cuentos que da título a la obra, la cual, apunto, es algo irregular pero a la vez destacable: ¿cada cuánto lee uno ciencia ficción escrita por una mujer latinoamericana?
En Amoroso planeta La Madre, un ser de otro planeta, devora a sus hijos quienes solo así renacen con más energía.
"Meter dentro de", que manía esta la nuestra de engullir, de absorver, de cobijar...
Y no podía seguir adelante sin pensar en los cuentos maravillosos. Tengo dos clarísimos en este momento: Hansel y Gretel y Pulgarcito.
En ambos casos los padres abandonan a los niños en el bosque. Prefieren que se los coman los lobos a ver cómo se mueren de hambre bajo su techo. La incapacidad para alimentar hacer que esos niños se conviertan en alimento de las bestias (brujas, lobos u ogros).
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Ilustraciones de Ana Juan |
¿Qué es lo poderoso de su libro? Además de su escritura fluida, cuidada, erudita sin ser sosa ni inalcanzable, es que dice en voz alta lo que, estoy segura, muchas madres hemos pensado. Confiesa lo inconfesable. Wiener, periodista gonzo, no le da vergüenza escribir ni decir sin tapujos lo que piensa. Pero no solo habla por hablar, sino que lee, lee mucho y, tras procesar esas lecturas, las convierte en literatura.
Hablar de Nueve lunas es abrir una puerta a una infinidad de temas alrededor de la maternidad, sin embargo, mi tema de hoy es la idea de engullir al hijo, de matarlo de amor. Como dice uno de los monstruos del clásico de Maurice Sendack, Donde viven los monstruos:
"No te vayas, te queremos tanto... Te comeremos". Wiener se lo plantea: "Me pregunté a qué extremos podía llegar el amor de una madre. ¿Se podía matar hijos por amor, un amor equivocado, genocida, pero amor al fin?" (39).
Amor como el asfixiante amor de Clara den La Azotea, o el de la tía loca de Carne viva. Hasta qué punto la locura abrumadora del amor maternal se convierte en una locura asesina.
Leyendo tu entrada recordé que una vez escuché a unas mujeres de la sabana de Sucre decir que otra se había tragado al bebé... Estaban hablando de un aborto
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